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viernes, 10 de enero de 2020

Clint Eastwood, el halcón centenario

Hombre de cine. Un cineasta. Ha recorrido toda la escala y de una forma u otra: actor, director, productor, guionista, músico… ha participado en casi todos los aspectos del cine.
Comenzó como actor en lo más bajo, papeles mínimos en películas de bajo presupuesto (series B) en las que la mayoría de las veces no figuraba en los créditos.
Lentamente ascendió hasta papeles de reparto en series de televisión hasta adquirir una cierta popularidad sobre todo en westerns, hasta que llegó su hora. Fue llamado desde Europa como protagonista del escalón más bajo del cine en aquellos momentos, el ”spaguetti-western”. Lo que parecía un paso atrás fue en realidad una gran suerte.
Para la película inicial el director era Sergio Leone, poco conocido pero que se había curtido como director de la segunda unidad en la películas “de romanos” que, por los costes, Hollywood estaba rodando en Europa. Tenía experiencia e ideas. Primer golpe de suerte. Como compositor estaba contratado Ennio Morricone que sigue en activo. Morricone le cambió la partitura al western, de las baladas y el country pasó a una simplicidad fácilmente reconocible: punteo de guitarra, disparos y coros. Ya nada volvió a ser igual en este aspecto.

La tercera pata de esta revolución fue el personaje compuesto por Clint, también muy simple: sombrero de ala ancha muy usado, poncho o sarape mejicano y un rictus que sostiene un cigarro (la leyenda dice que para entonces Eastwod no era fumador). La sintonía de Morricone completaba el personaje. Poco hablador y sin nombre. Funcionó. La pelicula se tituló Por un puñado de dólares. Siguieron La muerte tenía un precio,  y ya en otras circunstancias, al trío original se añadieron dólares y reparto internacional El bueno, el feo y el malo.

Vuelta a Hollywood. Ya no es un don nadie. Papeles, argumentos, directores…Clint crea un nuevo personaje: el inspector Harry Callahan. Y en esta ocasión coincide con otro director de la media para arriba Donald Sieguel. También aquí la composición es mínima: el consabido rictus y un revolver descomunal, un Magnum que es su marca de fábrica. El personaje vuelve a crear escuela. Clint lo sigue interpretando. Y de aquí a la eternidad: Clint actor, Clint director, Clint productor, Clint escritor, Clint compositor.
La penúltima es Mula. Eastwood se dirige a sí mismo con un personaje de su edad que echa la vista atrás y reconoce sus errores y los asume, cosa poco frecuente en su mundo. Una mirada sabia en la que se cumple el más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Leone hizo lo mismo con Erase una vez en América y Martin Scorsese con El Irlandés. Todos ellos son Hombres de respeto.

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