La película de las películas. Aunque han pasado setenta años de su estreno, en el imaginario colectivo sigue siendo todo un hito de popularidad. Conforme con que no es la mejor película de la historia del cine, que ni siquiera está entre las primeras, pero ahí está, pasado todo este tiempo y su frecuente reposición en televisión no hace mas que aumentar el numero de seguidores.
En conjunto queda como una gran leyenda formada por multitud de pequeñas leyendas. Es muy difícil con el paso de los años descubrir cuál de todas las leyendas es verdad: la mayoría de los protagonistas ya no existe.
Para empezar la obra base: el libro (todo un tocho) del mismo título Lo que el viento se llevó de la autora sureña residente en Atlanta Margaret Mitchell publicado en 1937. Lo interesante del caso es
que la Mitchell, que era periodista, solo escribió ese libro que ganó el Premio Pulitzer de ese año. Es el mismo caso de otra autora sureña que acaba de fallecer, Harper Lee, que nada mas escribió un libro: Matar a un ruiseñor, que también recibió el Pulitzer de 1961 y se convirtió en una otra gran película. Para más coincidencia ambas de ambiente sureño. Comienza la leyenda, Margaret Mitchell falleció en las calles de Atlanta atropellada por un vehículo público, escena similar a la que le ocurre a la protagonista de la película.
Compró los derechos el productor David O`Selznick que estuvo dos años rumiando y poniendo en marcha diversos factores de la película y, ya empieza la leyenda, rodando partes de ella. Porque otra de las leyendas de la película es la presencia, no en lo créditos, de varios directores. Entre los más famosos, Sam Wood, George Cukor y Victor Fleming que fue el que al final, firmó la película. La leyenda dice que el productor O`Selznick en el interregno entre la firma de los derechos y el comienzo del rodaje, también filmó, eligió decorados, influyó en el reparto etc. Gran parte de la película lleva el sello de O`Selznick.
Otra de las leyendas es el reparto. Poco discusión en el papel de Clark Gable que prácticamente fue por aclamación, aunque no era el primero de los candidatos. Para el de Escarlata si que hubo problema: fueron probadas más de mil aspirantes entre ellas la mayor parte de las actrices de Hollywod ya consagradas.
MAGNOLIA DE ACERO
Finalmente por deseo de O`Selznick recayó en la poco conocida en aquellos momentos Vivien Leigh, nacida en la India y que tuvo que
usar una acento sureño. De aquí a la eternidad. Escarlata es una auténtica magnolia de acero a la que se opone en el reparto Olivia de Havilland, buena actriz, pero en la película ella y Leslie Howard parecen soft a su lado. Digo en la película porque el libro no he tenido pundonor para leerlo.
Del resto del extensísimo reparto, Thomas Mitchell un secundario que normalmente le roba las escenas a los protagonistas, Ward Bond representándose a sí mismo y el doble de Clark Gable, y el mejor especialista que ha habido, Yakima Canutt que sobrevivió a ciento ochenta peligrosas películas en su haber.
Como película grandiosa, tiene varias escenas colosalistas, como el plano impactante de la estación de ferrocarril de Atlanta hecho con unos cuantos figurantes y mucho ingenio. O a celebérrima destrucción de la misma Atlanta que se rodó a costa de hacer arder los decorados de King Kong (1933).
Nada que ver la versión poco menos que idílica de la esclavitud que nos ofrece la película con la mas realista, un pelín cargada, de
Django desencadenado o la de los caballeros del Ku Kux Klan.
La música es del compositor austriaco Max Steiner que está de una forma u otra en la banda sonora de cuatrocientas películas, entre ellas King Kong (1933), Casablanca y Centauros del desierto. Aparte de su amistad con O'Selznick era toda una garantía para una superproducción.
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