Hace unos años Jose Luis
Garci tuvo la idea de poner en circulación una revista dedicada a los
aficionados al cine. Era una revista muy digna, tanto en la calidad, maquetación
etc. y también con unos colaboradores habituales y
otros circunstanciales excelentes. Se llamaba Nickelodeon
Como pasó en otras
publicaciones un día propuso a estos colaboradores y a otras personas
relacionadas con el mundo del cine,
hacer una lista de las mejores comedias del cine español de todos los
tiempos. Los colaboradores en la lista, creo recordar que eran cien votaron
según su leal saber y entender. Supongo. Y digo supongo porque se
transparentaron muchas filias y fobias. Algunos por el prurito de una sapiencia
supuesta, votaron por películas que prácticamente nadie había visto, otros por
preferencias políticas votaron por algunas de directores de la cuerda, otros al
fin votaron por películas que merecían llegar a la posteridad por sí mismas,
que a mi entender era lo que pretendía la encuesta .
La sorpresa fue que entre
tanta película de relumbrón y actualísima de las que pasado el tiempo ya nadie
se acuerda estaba Atraco a las tres,
película en blanco y negro modesta donde las haya, dirigida por José Maria
Forqué. Forqué era lo que entonces en tono peyorativo se denominaba un director
artesano. Y eso es lo que es la película, una obra maestra de la artesanía
hecha por grandes profesionales.
Dejando aparte a Forqué el
resto del equipo técnico reunía a magnificos profesionales: fotografía,
iluminación, decorados…capaces de obtener el máximo rendimiento de un magro
presupuesto.
La Plana Mayor del atraco
La Plana Mayor del atraco
Y lo consiguieron con el
apoyo del reparto, porque coincidió con una generación de característicos (no
me gusta el término de actores secundarios) como probablemente no volverá a ver
otra el cine español: José Orjas, Gracita Morales, Cassen, Manuel Alexandre,
Agustín González, Rafaela Aparicio y los futuros cabecera de innumerables
repartos, López Vázquez y Alfredo Landa. El caso de Landa por pura chiripa
porque el papel estaba pensado para Manolo Gómez Bur.
Han pasado cincuenta años y
se sigue viendo muy bien. Lástima que no se siga el ejemplo: trabajo, inteligencia, modestia y buen hacer, talento
en suma, y lo que impere sea conseguir
una subvención con la mínima cantidad de lo anterior posible. Y a seguir
viviendo…
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