Hombre de
cine. Un cineasta. Ha recorrido toda la escala y de una forma u otra: actor,
director, productor, guionista, músico… ha participado en casi todos los
aspectos del cine.
Comenzó como
actor en lo más bajo, papeles mínimos en películas de bajo presupuesto (series
B) en las que la mayoría de las veces no figuraba en los créditos.
Lentamente
ascendió hasta papeles de reparto en series de televisión hasta adquirir una
cierta popularidad sobre todo en westerns, hasta
que llegó su hora. Fue llamado desde Europa como protagonista del escalón
más bajo del cine en aquellos momentos, el ”spaguetti-western”. Lo que parecía
un paso atrás fue en realidad una gran suerte.
Para la
película inicial el director era Sergio Leone, poco conocido pero que se había
curtido como director de la segunda
unidad en la películas “de romanos” que, por los costes, Hollywood estaba
rodando en Europa. Tenía experiencia e ideas. Primer golpe de suerte. Como
compositor estaba contratado Ennio Morricone que sigue en activo. Morricone le
cambió la partitura al western, de las baladas y el country pasó a una
simplicidad fácilmente reconocible: punteo de guitarra, disparos y coros. Ya
nada volvió a ser igual en este aspecto.
La tercera
pata de esta revolución fue el personaje compuesto por Clint, también muy
simple: sombrero de ala ancha muy usado, poncho o sarape mejicano y un rictus
que sostiene un cigarro (la leyenda dice que para entonces Eastwod no era
fumador). La sintonía de Morricone completaba el personaje. Poco hablador y sin
nombre. Funcionó. La pelicula se tituló Por
un puñado de dólares. Siguieron La
muerte tenía un precio, y ya en
otras circunstancias, al trío original se añadieron dólares y reparto internacional
El bueno, el feo y el malo.
Vuelta a Hollywood.
Ya no es un don nadie. Papeles, argumentos, directores…Clint crea un nuevo
personaje: el inspector Harry Callahan. Y en esta ocasión coincide con otro
director de la media para arriba Donald Sieguel. También aquí la composición es
mínima: el consabido rictus y un revolver descomunal, un Magnum que es su marca de fábrica. El personaje vuelve a crear
escuela. Clint lo sigue interpretando. Y de aquí a la eternidad: Clint actor,
Clint director, Clint productor, Clint escritor, Clint compositor.
La penúltima
es Mula. Eastwood se dirige a sí
mismo con un personaje de su edad que echa la vista atrás y reconoce sus
errores y los asume, cosa poco frecuente en su mundo. Una mirada sabia en la
que se cumple el más sabe el diablo por
viejo que por diablo.
Leone hizo
lo mismo con Erase una vez en América
y Martin Scorsese con El Irlandés.
Todos ellos son Hombres de respeto.
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