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domingo, 10 de junio de 2018

DOS LEYENDAS DE LA JOVEN AMÉRICA
La primera leyenda es muy conocida en Estados Unidos. Se refiere a una cabalgada nocturna de unos jinetes patriotas que recorrieron hasta donde pudieron la geografía americana próxima a Boston para avisar de la llegada inminente de las odiadas tropas inglesas.
La más conocida y la que ha llegado hasta nosotros es la personificada por un ciudadano llamado Paul Revere. A ello contribuyó un poema del escritor estadounidense e hispanista Youngfellow.
¿Qué ocurrió? Los estadounidenses son muy proclives (los ingleses, sus ancestros, también), a seguir al pie de la letra la máxima del cineasta John Ford: imprime la leyenda.  La famosa leyenda tiene muchos claroscuros pero lo que llega al público normal es el relato de un jinete épico que, sorteando peligros, sortea controles y cruza lugares peligrosos al galope gritando en las zonas habitadas:  ¡Que vienen los ingleses¡ fundamental para la alarma de los caseríos dispersos y mal comunicados.
 La segunda es conocida como La leyenda de Sleepy Hollow. La escribió Washington Irving otro estadounidense enamorado de España y que llegó a Embajador de Estados Unidos en Madrid. En España lo  conocemos y apreciamos más por ser también el autor de Cuentos de la Alhambra y  varios itinerarios andaluces, pero mundialmente es más conocido por Sleepy Hollow. Se refiere a un pequeño caserío rural donde un demoniaco jinete sin cabeza hacía acto de presencia y asesinaba sanguinariamente a quien encontraba a su paso.
Esta leyenda había llegado oídos de Paul Revere que dudó  ¿Será uno de mis compañeros o …?  Pero su caballo no debió pensar lo mismo porque frenó y se quedó petrificado. Francamente asustado, el intrépido Revere quedo lívido en la noche, lo que ya era difícil, hasta que vio personificarse al jinete sin cabeza. Primero una leve sospecha, luego una especie de aureola que circundaba jinete y caballo. El caballo en si ya era terrorífico, piafaba, resoplaba, escarbaba el suelo con las pezuñas. En fin nada tranquilizador. Cuando se atrevió a levantar la vista sus temores se vieron confirmados:  El  jinete no tenía cabeza. Contra todo pronóstico y acaso por las oraciones de Revere que era Hugonote, el jinete sin cabeza, que también debía de ser un patriota, dio unas vueltas alrededor de él y siguió cabalgando en dirección opuesta llevando el terror a otro lugar. 
Y aquí comienza el claroscuro de la leyenda, las versiones son contradictorias. Unos dicen haber visto a Revere sentado en su caballo pero en sentido contrario de la marcha diciendo con voz queda: ¡Que viene un fantasma! Otros refieren que cabalgaba con los ojos desorbitados y que su grito era ¡ji, ji,ji que vienen los ingleses, Ji,Ji,Ji¡.
Lo que si está contrastado es que a partir de ahí su participación en la Guerra de la Independencia fue un tanto errática y en ocasiones elusiva. Pero aquí ya no hay leyenda, solo datos de historiadores que no terminan de ponerse de acuerdo.