Rebelde sin causa fue, en su momento, una película mítica. Ha pasado el tiempo, mucho tiempo, y queda una muy buena película que ha perdido parte de su componente mítico. Parte del componente mítico se debía a su reparto: James Dean, que en realidad llego a la cima con solo tres películas y no era un gran actor, plasmó un prototipo del que desde su cazadora roja, sus gafas reflectantes, sus tejanos, su peinado, su indolencia impostada etc. se copió y veneró todo. En el lenguaje de hoy, diríamos que se hicieron virales. También contribuyó su muerte en accidente automovilístico después de acabar el rodaje y antes del estreno de Rebelde. Se cumplía así una de las máximas de la época que hizo suya: Vive deprisa, muere pronto y compondrás un bonito cadáver. Lo bordó. La intérprete femenina Natalie Wood que alcanzaría la inmortalidad con West Side Story falleció en otro oscuro accidente en un yate lleno de amigos. Sal Mineo, el otro actor, famoso por sus papeles aniñados de acuerdo con su físico, falleció en una oscura pelea en un aparcamiento nocturno. Por cierto Rebelde abriría la puerta de la eclosión de pandillas juveniles, cuchillos etc. Aunque es anterior a West Side Story, en la aparición de la pandilla subiendo al Planetario parecen escucharse compases y verse coreografía de esta.
Un mito del siglo pasado
Es la parte mítica de la película. Lo demás es obra del director Nicholas Ray. El guión es obra suya al parecer basado a su vez en la obra de un psiquiatra. En realidad la película está llena de síndromes clínicos expuestos de tal forma por Ray que son fácilmente reconocibles.Ya en la primera escena, en una filigrana cinematográfica, Ray presenta a los tres protagonistas en una misma secuencia e incluso, alguna vez, en un solo plano. Las familias, o lo que queda de ellas, también tienen una aparición temprana. Hoy se llamarían desestructuradas. En realidad todo el cine de Ray está lleno de este tipo de personajes.
Ray jugaba fuerte, siempre lo hizo excepto al final de su vida profesional en que cedió al diablo, Samuel Bronson, y dirigió en España Rey de Reyes y Cincuenta y cinco días en Pekín. Pero previamente había dirigido buenas películas y algunas muy buenas.
Por mencionar algunas En un lugar solitario en la que Humphrey Bogart interpreta a un trasunto del mismo Ray con el contrapunto de Gloria Grahame; Johnny Guitar un western atípico pero que hoy es una película de culto; Chicago año 30, más personajes típicos de Ray de difícil encaje: Robert Taylor y Cyd Charisse.
Al autor de la música no lo conozco.
Un mito del siglo pasado
Es la parte mítica de la película. Lo demás es obra del director Nicholas Ray. El guión es obra suya al parecer basado a su vez en la obra de un psiquiatra. En realidad la película está llena de síndromes clínicos expuestos de tal forma por Ray que son fácilmente reconocibles.Ya en la primera escena, en una filigrana cinematográfica, Ray presenta a los tres protagonistas en una misma secuencia e incluso, alguna vez, en un solo plano. Las familias, o lo que queda de ellas, también tienen una aparición temprana. Hoy se llamarían desestructuradas. En realidad todo el cine de Ray está lleno de este tipo de personajes.
Ray jugaba fuerte, siempre lo hizo excepto al final de su vida profesional en que cedió al diablo, Samuel Bronson, y dirigió en España Rey de Reyes y Cincuenta y cinco días en Pekín. Pero previamente había dirigido buenas películas y algunas muy buenas.
Por mencionar algunas En un lugar solitario en la que Humphrey Bogart interpreta a un trasunto del mismo Ray con el contrapunto de Gloria Grahame; Johnny Guitar un western atípico pero que hoy es una película de culto; Chicago año 30, más personajes típicos de Ray de difícil encaje: Robert Taylor y Cyd Charisse.
Al autor de la música no lo conozco.