DJANGO DESENCADENADO (Django Unchained 2012)
¡Tarantino desatado! Django es un habitual de la memoria colectiva de los que vivimos en la época de los 60. En esa época se rodaron varias películas hispano-italianas (Spaghetti-Westerns) con ese personaje, e indudablemente a Tarantino le impactaron. Tanto es así que Franco Nero protagonizó la que dio nombre a la serie y Quentin lo homenajea con un cameo en esta película. También aparece en los créditos de la película un agradecimiento a Sergio Corbucci, el director.
La música de fondo de la película es mayoritariamente de Ennio Morricone (El bueno, el feo y el malo; Por un puñado de dólares, Hasta que llegó su hora y...doscientas películas más). Su fraseo de guitarra y sus trompetas al límite se han hecho habituales en el género.
Cristoph Waltz, que fue una revelación como alemán malo en Malditos bastardos del mismo Tarantino, reaparece aquí como alemán bueno y ya esta en la cabecera de los créditos de Spectre la próxima película de James Bond. Todo un carrerón.
EL DIABLO Y WALTZ
Pero lo que caracteriza al cine de Tarantino, ante su público es la herencia de su numen Sam Peckinpah: El rodaje de escenas con cámara lenta/sanguinolenta. Cualquier día veremos en el Guiness el tiroteo del salón de la plantación esclavista. Claro que en esta escena Django juega con ventaja: sus disparos atraviesan a sus enemigos, mata a dos de ellos de un solo disparo, la sangre hace de protagonista, mientras los proyectiles de sus enemigos se empotran en los cuerpos tras los que se protege.
A mi modo de ver, Tarantino, que también escribe sus argumentos y guiones, dirige en tres planos: uno para su público y sus fans que son muchísimos, otro para la crítica y enteradillos y el tercero para sí mismo, ahora que puede permitírselo (como la payasada del Ku- Klux-Klan y el resto de metraje antiesclavista, nada sutil por cierto). El mérito está en ensamblarlos a los tres.
Tarantino como director, también tiene afición a hacer apariciones como actor, como algún otro director que todos sabemos, y es un autodidacta. Es sabido que su primera juventud transcurrió en un videoclub donde pudo ver las veces que quiso el material que le gustaba. Otro de esta escuela, no tan polarizado es Spielberg. A los dos se les nota en sus películas: continuos cambios de estilo y referencias y guiños a otras películas. Coppola también estuvo mucho tiempo en cama siendo muy joven por una polio y le dio por ver películas.
Django de Tarantino es una película del Sur con formato de western. El plácido y feliz Sur queda desmontado en esta cinta más que en cualquier otra pese a que lo que sobresalga no sea este ensayo, que al director le sale del alma, sino la vena espectacular del western.
La honradez de Tarantino se manifiesta en los créditos de la película que parecen, de larga, la guía de teléfonos agradecimientos a: Sergio Corbucci (el del primitivo Django), Sergio Leone (el maestro) Eugenio Martin (un director español de spaghetti-westerns entre otras cosas), Anthony Mann (probablemente después de John Ford el mejor director de westerns), Robert Rodrigues (su cuate) etc.
Aparte de los numerosos actores retro que tienen un personaje en la
película: Samuel L. Jackson, Don Jhonson, Don Stroud, Russ Tamblyn, Robert Carradine, Bruce Dern, etc.
P.D. Tras su rostro aniñado y su gestualidad infantiloide, Quentin Tarantino tiene un coeficiente intelectual de 160, que ya quisiera yo para mí. Por cierto, está en marcha su última película, hasta el momento de escribir estas palabras, Los odiosos ocho, ambientada en la época y el ambiente de Django. Repiten sus actores favoritos.
ADENDA:
Según la prensa, la industria, perdón, el negocio cinematográfico, va a volver a rodar:
Los siete magníficos.
El hombre que mató a Liberty Valance
Grupo salvaje.
Ojalá vuelva el hombre que mató a Liberty Valance, reúna a los siete magníficos y liquide al grupo salvaje de peseteros.
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