El director Carol Reed sí acertó plenamente con la música, uno de los puntos fuertes de la película. La famosa melodía es una composición interpretada con cítara (un instrumento tradicional en Europa central, en realidad una lira con caja de resonancia) por su propio autor. A su compositor e intérprete lo descubrió Reed en un bar, se trataba de Anton Karas, nacido en lo que Berlanga ponía siempre en boca de sus intérpretes: el entonces llamado Imperio Austrohúngaro.
Cítara.
Cítara.
Quedan los intérpretes de la película: Joseph Cotten era un actor conocido que había trabajado ya con el propio Welles, con Hitchcock, Hathaway etc; un valor seguro para determinado tipo de personajes de americano medio. Trevor Howard (el mayor Calloway), del que Reed dijo que no podía haber encontrado a nadie mejor para el personaje, y al que ciertamente la indumentaria militar era, en el cine, como su segunda piel.Y Alida Valli que es el descubrimiento de la película. Llamada para más altas cimas su carrera artística se vio afectada por una caso judicial que la dejó tocada, y aunque realizó mas de un centenar de interpretaciones para cine y televisión, siempre será para el aficionado la novia de Harry Lime. Sus antecedentes personales sitúan su nacimiento en la Italia de la época, que hoy es Croacia.
Los secundarios poco conocidos, excepto Wilfrid Hyde-White, perfectos, incluido el niño a quien Reed saca más partido que Greene. También puede considerarse actor secundario la Viena en ruinas sobre la que hubo discusiones de que apareciera y a la que Welles sacó un partido increíble, como un personaje más. Para el que tenga curiosidad hay una película similar rodada en la misma Viena en la misma época y con un tema similar titulada Cuatro en un jeep. Ni punto de comparación, ni de Viena ni de la película.
Los secundarios poco conocidos, excepto Wilfrid Hyde-White, perfectos, incluido el niño a quien Reed saca más partido que Greene. También puede considerarse actor secundario la Viena en ruinas sobre la que hubo discusiones de que apareciera y a la que Welles sacó un partido increíble, como un personaje más. Para el que tenga curiosidad hay una película similar rodada en la misma Viena en la misma época y con un tema similar titulada Cuatro en un jeep. Ni punto de comparación, ni de Viena ni de la película.
Queda Orson Welles, intérprete sin más en esta película pero que brilló en el personaje de John Silver en La Isla del Tesoro(1972) o el gran Falstaff de Campanadas a medianoche de su adorado Shakespeare. Aquí compone un personaje absolutamente amoral que hace que lo traicione su incondicional mejor amigo,Cotten, y deje tocada para siempre a su mejor amiga, Alida Valli.
La persecución.
No va más.
Lo mejor de Welles es la leyenda de su participación artística en el rodaje de la famosa escena de las alcantarillas que tiene trazas de ser cierta. La iluminación, el sonido, la planificación de la fotografía, el montaje sincopado, la escena en fin, ha sido llevada desde entonces al cine muchas veces, algunas con escaso o nulo disimulo. Por mi parte, considero como espectador más impactante la última escena de la película en el Cementerio de Viena durante el segundo entierro del tercer hombre.El largo paseo (travelling en lenguaje cinematográfico) de Alida Valli dejando atrás en todos los sentidos a Joseph Cotten, subrayado por la música del austrohúngaro, es inolvidable. Creo que Reed acertó con este final: son dos seres sin futuro. Un futuro juntos hubiera sido una pantomima cosa que Greene intentó en la novela.
La persecución.
No va más.
Lo mejor de Welles es la leyenda de su participación artística en el rodaje de la famosa escena de las alcantarillas que tiene trazas de ser cierta. La iluminación, el sonido, la planificación de la fotografía, el montaje sincopado, la escena en fin, ha sido llevada desde entonces al cine muchas veces, algunas con escaso o nulo disimulo. Por mi parte, considero como espectador más impactante la última escena de la película en el Cementerio de Viena durante el segundo entierro del tercer hombre.El largo paseo (travelling en lenguaje cinematográfico) de Alida Valli dejando atrás en todos los sentidos a Joseph Cotten, subrayado por la música del austrohúngaro, es inolvidable. Creo que Reed acertó con este final: son dos seres sin futuro. Un futuro juntos hubiera sido una pantomima cosa que Greene intentó en la novela.
Qué buenas películas se hacían antes…no queda más que decir viendo la cartelera actual y recordando el visionado del tercer hombre.
ResponderEliminarCreo, como bien dices, que los actores son el gran pilar de este film junto con las joyas de diálogos que lo salpican, independientemente de su autoría. Y estoy de acuerdo con la observación del final, fantástico, solo añadir que me encanta la respuesta de Cotten cuando le dice ella que está perdiendo el tiempo: “me encanta perder el tiempo”.
En el amor nunca se pierde el tiempo.
Soy un entusiasta,y conozco muchos mas,de la primera frase de tu comentario.¡Que buenas...!Tengo personalmente varias respuestas:la primera es talento.En esta película que comentamos Cotten y Howard son actores sólidos pero no de relumbrón,la Valli una recién llegada y Welles como actor pasable,Carol Reed no era un primera fila y Greene tampoco.¿Que ocurrió?Todo el mundo estaba a lo que estaba;ahora con poner a Tom Hanks y Meg Ryan al frente del reparto hay asegurado un 150% del coste.Si nos fijamos en las últimas películas"históricas" poner como aguerridos guerreros :Alejandro,Hector ectra a niñatos que atraigan a las teenagers y lo demás que lo parta un rayo.Un saludo.
ResponderEliminarP:D. Donde he puesto Hector,lapsus calamii,quería poner Aquiles.
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