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lunes, 22 de febrero de 2016

LA PANTERA ROSA (1963 The Pink Panther)


La Pantera rosa es una de mis películas favoritas. Cierto que ha envejecido un poco pero sigue siendo una buena película porque es el compendio del cine de humor que se hacía en aquellas fechas. 

Es la afortunada conjunción planetaria cósmica de dos personalidades irrepetibles: el director Blake Edwards y el actor Peter Sellers. Edwards ponía al día la clásica comedia de los primeros tiempos: carreras, golpes, malentendidos, puertas de pasillo que se abren y se cierran... Todo con fundamento. Miembro de una familia de cineastas, su padre dirigió películas de cine mudo, Edwards vivió muchos rodajes, participó en otros muchos como actor sin nombre y sin parlamentos, escribió muchos guiones y después de este rodaje cinematográfico comenzó a dirigir para la televisión. Tuvo pues, una escuela formidable. Su camino como director a pesar de proceder de los thrillers de la televisión está marcado por la comedia. Fue un maestro del tempo. En los gags, que en el lenguaje del cine hace mención de los chistes cortos, hay que sostener el que tiene gracia, pero sin pasarse. Edwards lo bordaba. Como ejemplo valga una de las escenas finales: la persecución automovilística alrededor de la fuente que el mismo había visto rodar siendo joven.
Sellers era un actor ingles procedente de esa gran fábrica que fue la Ealing: ya lo entrevemos en El quinteto de la muerte.  De ahí para arriba hasta que se encuentra con Edwards en una película, La pantera rosa, en cuyo reparto no figuraba al principio y en la que la cabecera de cartel eran David Niven, Claudia Cardinale y Capucine. Capucine no era actriz, era Top Model (*). Cardinale no era una gran actriz y Niven ponía su eterna imagen de gentleman y poco mas. Sellers llegó a interpretar en una misma película, Telefono Rojo, varios personajes como había hecho Alec Guinness en Ocho sentencias de muerte.
Surge la conjunción Edwards/Sellers y resulta el inspector Clouseau, que es una revelación, se come a la pantera rosa y al resto del reparto y aparece un mito rentable cinematográficamente: secuelas hasta decir basta. Edwards/Sellers no piensan que es casual y en medio ruedan otra desternillante película ajena al tema: El Guateque. Aquí la maestría de Edwards en el uso del tempo llega al máximo.
Ambos forzados por el tema económico rodaron varias secuelas pero, ya no era lo mismo.
La música es un punto y aparte. Henry Mancini compuso el famoso tema de La pantera rosa, pero también está en todas las películas de Edwards y por supuesto en las de la serie. Aunque también compuso para otros directores, el culmen de este simbiosis entre ambos está en el tema Moon River de la película Desayuno con diamantes.
(*) Posiblemente, Edwards la eligió para lucir los trajes de Yves Saint-Laurent que compraba con el magro sueldo de su marido, el inspector Clouseau. A Audrey Hepburn en Desayuno... la vistió Givenchy.
P.D. La marca de fabrica de Edwards en sus comedias está en el
rodaje de una fiesta o mas. Sucede también en La pantera rosa pero el record lo tiene con El Guateque en el que la fiesta ocupa toda la película. 
ADDENDA: Ha fallecido George Kennedy un grande en el cine y la televisión, casi doscientas películas.

miércoles, 10 de febrero de 2016

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (1939 Gone with the Wind)

La película de las películas. Aunque han pasado setenta años de su estreno, en el imaginario colectivo sigue siendo todo un hito de popularidad. Conforme con que no es la mejor película de la historia del cine, que ni siquiera está entre las primeras, pero ahí está, pasado todo este tiempo y su frecuente reposición en televisión no hace mas que aumentar el numero de seguidores. 
En conjunto queda como una gran leyenda formada por multitud de pequeñas leyendas. Es muy difícil con el paso de los años descubrir cuál de todas las leyendas es verdad: la mayoría de los protagonistas ya no existe.
Para empezar la obra base: el libro (todo un tocho) del mismo título Lo que el viento se llevó de la autora sureña residente en Atlanta Margaret Mitchell publicado en 1937. Lo interesante del caso es 
que la Mitchell, que era periodista, solo escribió ese libro que ganó el Premio Pulitzer de ese año. Es el mismo caso de otra autora sureña que acaba de fallecer, Harper Lee, que nada mas escribió un libro: Matar a un ruiseñor, que también recibió el Pulitzer de 1961 y se convirtió en una otra gran película. Para más coincidencia ambas de ambiente sureño. Comienza la leyenda, Margaret Mitchell falleció en las calles de Atlanta atropellada por un vehículo público, escena similar a la que le ocurre a la protagonista de la película.
Compró los derechos el productor David O`Selznick que estuvo dos años rumiando y poniendo en marcha diversos factores de la película y, ya empieza la leyenda, rodando partes de ella. Porque otra de las leyendas de la película es la presencia, no en lo créditos, de varios directores. Entre los más famosos, Sam Wood, George Cukor y Victor Fleming que fue el que al final, firmó la película. La leyenda dice que el productor O`Selznick en el interregno entre la firma de los derechos y el comienzo del rodaje, también filmó, eligió decorados, influyó en el reparto etc. Gran parte de la película lleva el sello de O`Selznick.
Otra de las leyendas es el reparto. Poco discusión en el papel de Clark Gable que prácticamente fue por aclamación, aunque no era el primero de los candidatos. Para el de Escarlata si que hubo problema: fueron probadas más de mil aspirantes entre ellas la mayor parte de las actrices de Hollywod ya consagradas.
                              MAGNOLIA DE ACERO
Finalmente por deseo de O`Selznick recayó en la poco conocida en aquellos momentos Vivien Leigh, nacida en la India y que tuvo que
usar una acento sureño. De aquí a la eternidad. Escarlata es una auténtica magnolia de acero a la que se opone en el reparto Olivia de Havilland, buena actriz, pero en la película ella y Leslie Howard parecen soft a su lado. Digo en la película porque el libro no he tenido pundonor para leerlo.
Del resto del extensísimo  reparto, Thomas Mitchell un secundario que normalmente le roba las escenas a los protagonistas, Ward Bond representándose a sí mismo y el doble de Clark Gable, y el mejor especialista que ha habido, Yakima Canutt que sobrevivió a ciento ochenta peligrosas películas en su haber.
Como película grandiosa, tiene varias escenas colosalistas, como el plano impactante de la estación de ferrocarril de Atlanta hecho con unos cuantos figurantes y mucho ingenio. O a celebérrima destrucción de la misma Atlanta que se rodó a costa de hacer arder los decorados de King Kong (1933).
Nada que ver la versión poco menos que idílica de la esclavitud que nos ofrece la película con la mas realista, un pelín cargada, de
Django desencadenado o la de los caballeros del Ku Kux Klan.
La música es del compositor austriaco Max Steiner que está de una forma u otra en la banda sonora de cuatrocientas películas, entre ellas King Kong (1933), Casablanca y Centauros del desierto. Aparte de su amistad con O'Selznick era toda una garantía para una superproducción.




lunes, 1 de febrero de 2016

CUANDO RUGE LA MARABUNTA (The Naked Jungle 1954)

Cuando ruge la marabunta es el más comercial de los tres títulos. Sirvió para atraer público a la película, nadie sabía que era la marabunta ni si era capaz de rugir. Para un público desinformado sin twitter y Whatsapp o como se diga, un autentico imán. Claro que venía precedido por el título original The Naked Jungle (La jungla desnuda) que introdujo la leyenda que la plaga era de mujeres desnudas que se arrastraban y que la versión española con las hormigas no era la auténtica. Más público. El del relato original Lenningen contra las hormigas obra de un escritor centroeuropeo casi desconocido era bastante anodino. Bien por el cambiador.
Se trata en realidad de un problema de hormonas disfrazado de película de aventuras: un Charlton Heston, subiendo a la cumbre, vestido en forma de finas gotas de testosterona choca con una pelirroja, ¿que tendrán las pelirrojas? Eleanor Parker: Hechuras de seda con núcleo duro de acero.
Del reparto solo William Conrad, una cara familiar pues participó en más de cien películas, con o sin su bigote característico, mató a Burt Lancaster en su primera película; dirigió alrededor de treinta para televisión y hasta tuvo serie propia incorporando a un detective: Cannon, más de cien episodios.
El envoltorio es una país sudamericano de opereta habitado por indígenas de guardarropía barata.
De la música poco puedo decir. A pesar del aparatoso nombre del compositor, Amfitheatrof, poca inspiración puede haber en un ataque de hormigas enloquecidas. La otra parte tampoco facilita la inspiración: la química entre la Parker y Heston es nula quizás por exigencias del guión.
                              ¿POCO FEELING?
La elección del director en principio es acertada. Como director lo fue de cuarenta películas: De la Tierra a la Luna, La conquista del Espacio, La guerra de los mundos etc. La mayoría con un componente futurista lo cual requería un nivel de conocimientos artesanales que Byron Haskins poseía. Aparte de su labor como director trabajó en más de cincuenta películas, para otros directores, como encargado de efectos especiales que en aquellos tiempos dada la limitación de medios se llamaba simplemente trucaje. Con el componente fantástico de la marabunta  se pensó en Haskins como la persona adecuada para las dos facetas. Cierto es que hubo otra persona, que ni siquiera figura en los créditos, encargado de las hormigas pero todo hace pensar en la supervisión de Byron Haskins.
Una entretenida película de aventuras con el aliciente de un Heston es ascenso y una Parker que siempre daba bien.